Sé muy bien que no soy quién para decirte que salgas de tu mundo blanco y negro.
Tampoco puedo decirte que al final todo andará bien: ¿acaso alguien puede?
Lo que sí sé es que puedo acompañarte en tu mundo, siguiendo los caminos grises y esperando, tal vez, llegar a la meta final que sería un mundo de colores a tu lado.
El pensar en tu inexistencia duele y me sumerge por momentos en esas aguas grises, de las que tú, sin suerte, nunca lograste salir.
Vive, por favor, aunque no sea para ti. Vive, vive, por mí. Entrégate a mi egoísmo y permíteme vivir también.
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