Negro, alto y gordo: con la voz ronca de tanto gritar se alza en una calle del Centro histórico un vendedor titánico, vestido con harapos de la selección Colombia y con la grasa deslizándose por sus sienes, grita que tiene agua, cola cola y beer. También mira a las chicas, les chifla, les mira las nalgas, el caminar. Piensa en qué momento su mujer dejó de ser aquella negra que lo enamoró con el movimiento de su cadera y sus nalgas tremendas, piensa también en como es ahora: gorda, como él, acabada por la edad y por parir quién sabe cuántos niños.Tal vez también piensa que la ama, que se aguanta el sol y se parte el espinazo por ella y sus hijos, que aprendió palabras en inglés para venderle a los gringos sus bebidas. Todo por ellas.
Tal vez piensa todo eso, yo solo observo. La gente llega donde él, les vende su vasito de gaseosa, mil barritas, dice.
¿Qué habrá detrás de tod@s esas vidas que yacen en las calles del Centro?
No hay comentarios:
Publicar un comentario