Con la llegada de este nuevo año aparece, como se ha venido presentando desde que estoy en la Universidad, el fantasma del miedo al futuro. Tiene un modo de actuar bastante repetitivo, a decir verdad, siempre aparece después de estar todo el día haciendo nada. Es particularmente activo en las noches, cuando luego de pasar horas y horas viendo series o jugando, me doy cuenta de que es enero, enero del 2019 y que estoy cada vez más y más cerca del final. El precipicio. La cuenta regresiva sobre mi entrada al mundo al que le tengo miedo inició cuando estaba en 5to semestre, sin embargo, a medida que ha avanzado el tiempo se pone peor. ¿Por qué? Pues no lo sé, pero puede tener que ver con mi crianza. El hecho de que en mi vida nunca haya habido un contacto real con el mundo que estoy a punto de enfrentarme hace que sea mucho más difícil digerir el hecho de que ya no soy un niño, de que mis tardes pronto no serán las mismas y de que mis amigos, al igual que yo, se verán sumergidos en esto. Todo cambiará, pero en este caso no creo que para bien. Hay algo incómodo en la idea de crecer, una parte de ti muere y no vuelve más y el principal problema es que en mi caso ya he marcado un límite para ese suicidio. Desde el momento en que finalice este año académico dejaré de ser lo que soy ahora, entraré en el mundo real y duele. No lo quiero, pero sé que tengo que afrontarlo.
¿Desde dónde inicio el cambio? ¿Qué debo cambiar? El cambio debería ser iniciado desde ahora, pero el qué debo cambiar no lo sé. Tal vez lo mejor es afrontar la idea, prepararme para lo que se viene... Conseguir tener seguridad en mí mismo. El conseguir eso depende totalmente de mí, pero estoy atado a muchas cadenas, cadenas que a decir verdad tienen todos, pero que algunos no les interesa romper. Supongo que lo primero debería ser soltarme de esas cadenas, luego iniciar con ese cambio que quiero, poco a poco...
Este escrito no está llevando a nada...
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