La infelicidad en la sociedad de la felicidad

La cuestión de la felicidad es algo que me llama bastante la atención. El hecho de ser felices se vuelve una de las grandes finalidades de muchas vidas y más en estos tiempos, en la que la misma es vendida como la única cosa que en realidad nos debería importar. ¿Por qué somos infelices? He estado pensando en esto y hace tiempo tenía ganas de plasmarlo pero simplemente no lo había hecho, pero ahora, luego de ver dos películas, a las dos de la mañana, creo que es ideal plantear la idea.

     Lo primero que sucede, a mi parecer, es que vivimos en una sociedad de felicidades aparentes y fabricadas. Aparentes aquellas que son expresadas por personas de a píe; fabricadas las que nos venden los medios. Creo que este es el primer germen de infelicidad. La razón es simple: cómo podríamos ser felices cuando allá afuera nos muestran toda esa felicidad que hace ver la nuestra como una vida insulsa, aburrida y triste. Puede que esto sea visto como una simple muestra de envidia y tal vez sea así, pero independientemente de que la envidia sea la causante de la infelicidad, detrás de la envidia están las felicidades de los demás, que posiblemente son igual de infelices que tú pero que no lo muestran. Lo veo bastante en redes sociales. Vas bajando por tu inicio,ves historias, etc. Y sólo puedes ver sonrisas, viajes, paisajes... Gente siendo felices mientras que tú estás sentado detrás de la pantalla, viviendo cero experiencias, sintiendo como si te faltara algo, pensando en cómo se te va la juventud sin vivir al extremo, como ellos. Pocas veces, sin embargo, hacemos el simple ejercicio de pensar en que ellos, al igual que nosotros, también se han podido sentir igual. Esto llevaría a una conclusión, y es que todos son infelices... Una conclusión que me parece idiota, porque no creo que todos lo sean, pero mis palabras llevan a eso. Es extraño cómo funciona el cerebro.

     ¿Y si tal vez no tienen máscaras? Bueno, eso también sería una opción. Podría jurar que en algunas fotos que me he tomado estoy feliz, al igual que mis amigos. Eso querría decir que... Pero bueno, cuánto de todo lo que vemos es en realidad felicidad. No sabría decirlo, y creo que estoy llegando a un callejón sin salida, al menos en  lo que tiene que ver con la felicidad aparente.

     Por otro lado, la felicidad fabricada, la cual creo que es más peligrosa nos hace creer siempre que nos falta algo... ¿Nos hace creer que somos infelices? Esto sería una revelación para mí, que bien que he decidido escribir hoy. Pero viéndolo bien es así, esta felicidad fabricada nos pone en el plano del deseo, no susurra al oído que necesitamos rellenar nuestra vida de ciertos estereotipos para lograr la felicidad. Vivir al extremo, obtener este o aquél bien, tener relaciones, besar, enamorarse... ¡VIVIR! Todo eso nos muestran, y nosotros caemos redondos, consumimos, vivimos buscando eso, por lo tanto no podemos ver nuestra propia felicidad o bueno, no felicidad, pero al menos evitar la persecución eterna de ideas que muy posiblemente ni siquiera son propias.

     Cuál puede ser la solución o al menos mi solución. Simple: alejarnos.
El entorno en el que vivimos nos da estímulos constantemente, nos venden sueños, sueños que a su vez prometen felicidad y que provocan infelicidad al no alcanzarlos, y que posiblemente alcanzándolos tampoco nos llevarán a nada porque nos seguirán vendiendo muchas más cosas. Por lo tanto, una decisión al alcance de la mano podría ser esa, alejarnos. ¿De qué? Pues del entorno donde más se nos venden estas ideas: redes sociales. Es por esa razón que hoy decidí cerrar Facebook e Instagram.

     Luego de alejados, ¿qué? Ni idea, supongo que el paso lógico sería encontrar algo propio que perseguir, algo alcanzable, posible... Aunque esto sería peligroso porque caeríamos en el mismo ciclo. Esto querría decir entonces que la solución es vivir el presente, algo muy carpe diem, cosa que no me gusta, pero que aparentemente es la conclusión más sensata. Entonces, cómo hago, cómo ponerme de acuerdo conmigo mismo, yo, que soy una persona que vive más en el pensamiento futuro que en el presente, cómo lograr conciliar eso con una conclusión que me invita a estar en el presente. No lo sé. Tal vez... Haciendo de cada día una meta. Un mini-sueño. Algo totalmente alcanzable, corto, que permita descargar felicidad y que en caso de incumplirse despierte tan poca insatisfacción que sea fácilmente opacable por otro acontecer, Creo que esto es una buena solución, definitivamente.

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