Se miraron el uno al otro desde el borde del
precipicio,
que decidieron no saltar para lograr
amar.
Rodearon el peligro y se siguieron mirando,
mientras la dirección una se hacía
y por fin se encontraron,
para de frente,
el uno al otro,
seguir mirándose
y perdiéndose
en un precipicio que decidimos llamar
amor.
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