Mi vida es prestada,
no puedo dejar de pensar en esto
no encuentro salida al tiempo
he perdido los colores
de mi universo.
Me encuentro solo y vacío,
pretendiendo ser quien no soy
buscando el alma que toque mi puerta
buscando un sol que alumbre mi oscuridad...
Las horas pasan y pasan y los los acordes
y los libros no son ya suficientes.
El infierno de la vida quema y mis lamentos
son rasgueados junto a las notas de esta
triste canción.
Vigilia #4
Monólogo.
Llevo varias noches en sin dormir y varias mañanas de amargura. No logro conciliar el sueño, me incomoda la cama y me mantengo constante en mis pensamientos, aunque trate de acallarlos con cualquier distracción. Una hormiga camina por la pantalla mientras busco palabras para plasmar lo que he pensado antes de tomar este aparato luminoso y ponerme a escribir. Definitivamente esto es difícil, pero trataré de recuperar esos pensamientos, aunque sean sólo los huesos.
Lo primero que puedo decir es que sinceramente hay muchas cosas de las que hago que me valen mierda y hay muchas de esas cosas que las hago, de todos modos, por los demás. He perdido de sobremanera el curso de mi vida, por decisión propia, y ahora se presenta manejada por otros, aunque ellos ni siquiera se enteren. Claro que trato de decirme que las opiniones de los demás no importan, pero me es casi imposible tomar esa actitud de manera sincera... Sin que sea puro teatro. Mis comportamientos se han visto guiados por lo políticamente correcto y no por lo que es correcto/incorrecto para mí. Quisiera salir a la calle y gritar: me vale mierda los muertos, me vale mierda la paz, el desempleo, me vale mierda todo y aunque quisiera hay algo que me lo impide: las expectativas.
Las personas, conocidos míos, creo yo, han puesto una gran cantidad de expectativas en mí y mi vida gira en torno a tratar de llenar eso que tienen -o creo que tienen- sobre mi. Ha llegado a tal punto que termino asumiento cosas que no quiero, mostrando interés (aparente) por otras que en realidad no me interesan y cayendo en un círculo en el que soy un Andrés que no quiero ser y a ver, sé que hay cosas que está mal pensar... Ser indiferente a la muerte, al sufrimiento, no tener empatía, toda esa mierda está mal y lo sé, pero no me nace realmente. No me nace y hasta ahora nunca me ha nacido. Es como si de un tiempo para acá hubiese dejado de ser Andrés y me hubiera dedicado a interpretar un personaje: correcto, interesado. Pura mierda. Hay tantas cosas que hago, joder, tantas y realmente no me importan. Y todo esto es por las expectativas, por la necesidad de rellenar un puesto... Sólo quiero libertarme, deshacerme de la presión de tener que ser yo ante los demás y poder, por fin, ser yo ante mí mismo.
De este pensar y pensar también surgió una imagen: estoy recostado sobre la yerba, son las cinco de la tarde y miro cielo. Hay alguien a mi lado, tal vez mi cabeza se acomoda sobre sus piernas... Es una mujer, no logro verle la cara, sin embargo esa imagen, ese lugar, todo eso parece ser la libertad. Y aquí es donde me pregunto sobre la necesidad que tengo de alguien que me toque el alma, de alguien a quien pueda decir mis miedos, de alguien que sea un lugar, un escondite, un escape, de alguien donde pueda ser yo.
Llevo varias noches en sin dormir y varias mañanas de amargura. No logro conciliar el sueño, me incomoda la cama y me mantengo constante en mis pensamientos, aunque trate de acallarlos con cualquier distracción. Una hormiga camina por la pantalla mientras busco palabras para plasmar lo que he pensado antes de tomar este aparato luminoso y ponerme a escribir. Definitivamente esto es difícil, pero trataré de recuperar esos pensamientos, aunque sean sólo los huesos.
Lo primero que puedo decir es que sinceramente hay muchas cosas de las que hago que me valen mierda y hay muchas de esas cosas que las hago, de todos modos, por los demás. He perdido de sobremanera el curso de mi vida, por decisión propia, y ahora se presenta manejada por otros, aunque ellos ni siquiera se enteren. Claro que trato de decirme que las opiniones de los demás no importan, pero me es casi imposible tomar esa actitud de manera sincera... Sin que sea puro teatro. Mis comportamientos se han visto guiados por lo políticamente correcto y no por lo que es correcto/incorrecto para mí. Quisiera salir a la calle y gritar: me vale mierda los muertos, me vale mierda la paz, el desempleo, me vale mierda todo y aunque quisiera hay algo que me lo impide: las expectativas.
Las personas, conocidos míos, creo yo, han puesto una gran cantidad de expectativas en mí y mi vida gira en torno a tratar de llenar eso que tienen -o creo que tienen- sobre mi. Ha llegado a tal punto que termino asumiento cosas que no quiero, mostrando interés (aparente) por otras que en realidad no me interesan y cayendo en un círculo en el que soy un Andrés que no quiero ser y a ver, sé que hay cosas que está mal pensar... Ser indiferente a la muerte, al sufrimiento, no tener empatía, toda esa mierda está mal y lo sé, pero no me nace realmente. No me nace y hasta ahora nunca me ha nacido. Es como si de un tiempo para acá hubiese dejado de ser Andrés y me hubiera dedicado a interpretar un personaje: correcto, interesado. Pura mierda. Hay tantas cosas que hago, joder, tantas y realmente no me importan. Y todo esto es por las expectativas, por la necesidad de rellenar un puesto... Sólo quiero libertarme, deshacerme de la presión de tener que ser yo ante los demás y poder, por fin, ser yo ante mí mismo.
De este pensar y pensar también surgió una imagen: estoy recostado sobre la yerba, son las cinco de la tarde y miro cielo. Hay alguien a mi lado, tal vez mi cabeza se acomoda sobre sus piernas... Es una mujer, no logro verle la cara, sin embargo esa imagen, ese lugar, todo eso parece ser la libertad. Y aquí es donde me pregunto sobre la necesidad que tengo de alguien que me toque el alma, de alguien a quien pueda decir mis miedos, de alguien que sea un lugar, un escondite, un escape, de alguien donde pueda ser yo.
Vigilia #3
Es una noche oscura y no me siento solo,
porque conmigo están mis penas.
Se arruga el corazón de otros por carecer
de una amada mientras que el mío bombea desesperación.
Fluye por mis venas un torrente de miedo,
y la vida se me escapa entre cada latido.
Brindo, entonces, por esas almas débiles,
aspirantes a la nada.
Brindo por los que se rindieron, porque descansan,
brindo por los que siguieron, porque aún pueden,
en las noches solitarias,
pensar.
porque conmigo están mis penas.
Se arruga el corazón de otros por carecer
de una amada mientras que el mío bombea desesperación.
Fluye por mis venas un torrente de miedo,
y la vida se me escapa entre cada latido.
Brindo, entonces, por esas almas débiles,
aspirantes a la nada.
Brindo por los que se rindieron, porque descansan,
brindo por los que siguieron, porque aún pueden,
en las noches solitarias,
pensar.
Vigilia #2
Supresión del entorno.
Y si suprimo mi entorno
Y si mando todo a la mierda
Y si vivo una vida propia
Y si pago todas mis deudas
Y si escribo algo que merezca ser leído
Necesito pasión, como necesito oxígeno.
Todo sería más fácil con pasión,
pero sólo me tengo a mí.
Y si suprimo mi entorno
Y si mando todo a la mierda
Y si vivo una vida propia
Y si pago todas mis deudas
Y si escribo algo que merezca ser leído
Necesito pasión, como necesito oxígeno.
Todo sería más fácil con pasión,
pero sólo me tengo a mí.
Vigilia #1
¿Por qué?
Aunque los momentos malos siempre sean más que los buenos, estos últimos, a la larga, terminan dando sentido a una existencia absurda. Por más que pienso en las razones me limito a hacer un análisis superficial del problema, tal vez por temor a descubrir algo que no quiero. Una y otra vez me encuentro solo con estos pensamientos, como si mi espíritu quisiera arrojar mi cuerpo al precipicio.
Ideas entrecortadas fluyen, las plasmo, las olvido... Cuando vuelvo a ellas las encuentro ajenas a mí, falsas, superfluas, como si todo lo que sale de mi boca fuera una pantomima gigantesca, una especie de mofa hacia mí mismo. No encuentro la autenticidad de mis palabras y tampoco sé lo que quiero. El tiempo pasa rápido, las horas cada vez son más cortas y la cama y el sueño se vuelven refugios a los cuales siempre quiero volver. Últimamente sólo he encontrado descanso bajo el agua y en los sueños. Constantemente quiero volver a ellos, esperando descubrir algo entretenido, pero me levanto convertido siempre en algo que no soy, cual Gregorio... Soy una cucaracha con la pata rota.
Siento un peso aplastante a mis espaldas y un vacío gingantesco que grita por ser llenado, aunque no sepa por qué o por quién. Me mantengo con rabia, culpa, temor. El giro constante del mundo me produce mareos y lo único que quiero hacer es cerrar los ojos y eliminarlo. Todo sería más fácil si un rayo me extinguiera, pero ¡qué aburrido! Gusanos, llanto, desespero... Toda una cuestión inútil e innecesaria: la expectativa y el miedo está en la incertidumbre, eso al menos lo sé.
Pero viendo en retrospectiva, ¿es acaso tan mala mi vida? Creería que no, pero aún así soy un malagradecido, soy un temeroso, soy un actor. He pensado que la razón de todas estas sensaciones es la constante búsqueda, o mejor, la constante recaída en el hecho de querer vivir por y para los demás... Como si la vida que tengo fuera prestada. Soy deudor del mundo que me rodea y aborrezco esa responsabilidad. Hasta ahora, en mi pesimismo adolescente, únicamente pienso en quedar solo para por fin poder vivir, como si mis cadenas fueran las personas que me han dado o aportado. Es una revelación el hecho de que aborrezco los favores porque odio deber... Pero no todo tipo de favores, sólo los de gran envergadura.
Otra cuestión que observo es el hecho de que ya dudo de que escriba para mí. El mostrar lo que escribo crea una expectativa repugnante de ser leído, en escuchar opiniones, y a la larga esto lo único que hace es aportar más y más al fantasma de la falsedad que considero me acompaña. Debo escribir para mí, debo escribir para descargar.
En cualquier caso siempre será insuficiente, mis palabras no alcanzan para describir lo que siento, si es que realmente siento algo. El porqué... No lo sé. Tal vez estoy esperando algo... El aleteo de la mariposa.
Mañana leeré esto y diré que no soy yo y tal vez sea así.
Aunque los momentos malos siempre sean más que los buenos, estos últimos, a la larga, terminan dando sentido a una existencia absurda. Por más que pienso en las razones me limito a hacer un análisis superficial del problema, tal vez por temor a descubrir algo que no quiero. Una y otra vez me encuentro solo con estos pensamientos, como si mi espíritu quisiera arrojar mi cuerpo al precipicio.
Ideas entrecortadas fluyen, las plasmo, las olvido... Cuando vuelvo a ellas las encuentro ajenas a mí, falsas, superfluas, como si todo lo que sale de mi boca fuera una pantomima gigantesca, una especie de mofa hacia mí mismo. No encuentro la autenticidad de mis palabras y tampoco sé lo que quiero. El tiempo pasa rápido, las horas cada vez son más cortas y la cama y el sueño se vuelven refugios a los cuales siempre quiero volver. Últimamente sólo he encontrado descanso bajo el agua y en los sueños. Constantemente quiero volver a ellos, esperando descubrir algo entretenido, pero me levanto convertido siempre en algo que no soy, cual Gregorio... Soy una cucaracha con la pata rota.
Siento un peso aplastante a mis espaldas y un vacío gingantesco que grita por ser llenado, aunque no sepa por qué o por quién. Me mantengo con rabia, culpa, temor. El giro constante del mundo me produce mareos y lo único que quiero hacer es cerrar los ojos y eliminarlo. Todo sería más fácil si un rayo me extinguiera, pero ¡qué aburrido! Gusanos, llanto, desespero... Toda una cuestión inútil e innecesaria: la expectativa y el miedo está en la incertidumbre, eso al menos lo sé.
Pero viendo en retrospectiva, ¿es acaso tan mala mi vida? Creería que no, pero aún así soy un malagradecido, soy un temeroso, soy un actor. He pensado que la razón de todas estas sensaciones es la constante búsqueda, o mejor, la constante recaída en el hecho de querer vivir por y para los demás... Como si la vida que tengo fuera prestada. Soy deudor del mundo que me rodea y aborrezco esa responsabilidad. Hasta ahora, en mi pesimismo adolescente, únicamente pienso en quedar solo para por fin poder vivir, como si mis cadenas fueran las personas que me han dado o aportado. Es una revelación el hecho de que aborrezco los favores porque odio deber... Pero no todo tipo de favores, sólo los de gran envergadura.
Otra cuestión que observo es el hecho de que ya dudo de que escriba para mí. El mostrar lo que escribo crea una expectativa repugnante de ser leído, en escuchar opiniones, y a la larga esto lo único que hace es aportar más y más al fantasma de la falsedad que considero me acompaña. Debo escribir para mí, debo escribir para descargar.
En cualquier caso siempre será insuficiente, mis palabras no alcanzan para describir lo que siento, si es que realmente siento algo. El porqué... No lo sé. Tal vez estoy esperando algo... El aleteo de la mariposa.
Mañana leeré esto y diré que no soy yo y tal vez sea así.
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