Monólogo.
Llevo varias noches en sin dormir y varias mañanas de amargura. No logro conciliar el sueño, me incomoda la cama y me mantengo constante en mis pensamientos, aunque trate de acallarlos con cualquier distracción. Una hormiga camina por la pantalla mientras busco palabras para plasmar lo que he pensado antes de tomar este aparato luminoso y ponerme a escribir. Definitivamente esto es difícil, pero trataré de recuperar esos pensamientos, aunque sean sólo los huesos.
Lo primero que puedo decir es que sinceramente hay muchas cosas de las que hago que me valen mierda y hay muchas de esas cosas que las hago, de todos modos, por los demás. He perdido de sobremanera el curso de mi vida, por decisión propia, y ahora se presenta manejada por otros, aunque ellos ni siquiera se enteren. Claro que trato de decirme que las opiniones de los demás no importan, pero me es casi imposible tomar esa actitud de manera sincera... Sin que sea puro teatro. Mis comportamientos se han visto guiados por lo políticamente correcto y no por lo que es correcto/incorrecto para mí. Quisiera salir a la calle y gritar: me vale mierda los muertos, me vale mierda la paz, el desempleo, me vale mierda todo y aunque quisiera hay algo que me lo impide: las expectativas.
Las personas, conocidos míos, creo yo, han puesto una gran cantidad de expectativas en mí y mi vida gira en torno a tratar de llenar eso que tienen -o creo que tienen- sobre mi. Ha llegado a tal punto que termino asumiento cosas que no quiero, mostrando interés (aparente) por otras que en realidad no me interesan y cayendo en un círculo en el que soy un Andrés que no quiero ser y a ver, sé que hay cosas que está mal pensar... Ser indiferente a la muerte, al sufrimiento, no tener empatía, toda esa mierda está mal y lo sé, pero no me nace realmente. No me nace y hasta ahora nunca me ha nacido. Es como si de un tiempo para acá hubiese dejado de ser Andrés y me hubiera dedicado a interpretar un personaje: correcto, interesado. Pura mierda. Hay tantas cosas que hago, joder, tantas y realmente no me importan. Y todo esto es por las expectativas, por la necesidad de rellenar un puesto... Sólo quiero libertarme, deshacerme de la presión de tener que ser yo ante los demás y poder, por fin, ser yo ante mí mismo.
De este pensar y pensar también surgió una imagen: estoy recostado sobre la yerba, son las cinco de la tarde y miro cielo. Hay alguien a mi lado, tal vez mi cabeza se acomoda sobre sus piernas... Es una mujer, no logro verle la cara, sin embargo esa imagen, ese lugar, todo eso parece ser la libertad. Y aquí es donde me pregunto sobre la necesidad que tengo de alguien que me toque el alma, de alguien a quien pueda decir mis miedos, de alguien que sea un lugar, un escondite, un escape, de alguien donde pueda ser yo.
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