Es una noche oscura y no me siento solo,
porque conmigo están mis penas.
Se arruga el corazón de otros por carecer
de una amada mientras que el mío bombea desesperación.
Fluye por mis venas un torrente de miedo,
y la vida se me escapa entre cada latido.
Brindo, entonces, por esas almas débiles,
aspirantes a la nada.
Brindo por los que se rindieron, porque descansan,
brindo por los que siguieron, porque aún pueden,
en las noches solitarias,
pensar.
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