¿Por qué?
Aunque los momentos malos siempre sean más que los buenos, estos últimos, a la larga, terminan dando sentido a una existencia absurda. Por más que pienso en las razones me limito a hacer un análisis superficial del problema, tal vez por temor a descubrir algo que no quiero. Una y otra vez me encuentro solo con estos pensamientos, como si mi espíritu quisiera arrojar mi cuerpo al precipicio.
Ideas entrecortadas fluyen, las plasmo, las olvido... Cuando vuelvo a ellas las encuentro ajenas a mí, falsas, superfluas, como si todo lo que sale de mi boca fuera una pantomima gigantesca, una especie de mofa hacia mí mismo. No encuentro la autenticidad de mis palabras y tampoco sé lo que quiero. El tiempo pasa rápido, las horas cada vez son más cortas y la cama y el sueño se vuelven refugios a los cuales siempre quiero volver. Últimamente sólo he encontrado descanso bajo el agua y en los sueños. Constantemente quiero volver a ellos, esperando descubrir algo entretenido, pero me levanto convertido siempre en algo que no soy, cual Gregorio... Soy una cucaracha con la pata rota.
Siento un peso aplastante a mis espaldas y un vacío gingantesco que grita por ser llenado, aunque no sepa por qué o por quién. Me mantengo con rabia, culpa, temor. El giro constante del mundo me produce mareos y lo único que quiero hacer es cerrar los ojos y eliminarlo. Todo sería más fácil si un rayo me extinguiera, pero ¡qué aburrido! Gusanos, llanto, desespero... Toda una cuestión inútil e innecesaria: la expectativa y el miedo está en la incertidumbre, eso al menos lo sé.
Pero viendo en retrospectiva, ¿es acaso tan mala mi vida? Creería que no, pero aún así soy un malagradecido, soy un temeroso, soy un actor. He pensado que la razón de todas estas sensaciones es la constante búsqueda, o mejor, la constante recaída en el hecho de querer vivir por y para los demás... Como si la vida que tengo fuera prestada. Soy deudor del mundo que me rodea y aborrezco esa responsabilidad. Hasta ahora, en mi pesimismo adolescente, únicamente pienso en quedar solo para por fin poder vivir, como si mis cadenas fueran las personas que me han dado o aportado. Es una revelación el hecho de que aborrezco los favores porque odio deber... Pero no todo tipo de favores, sólo los de gran envergadura.
Otra cuestión que observo es el hecho de que ya dudo de que escriba para mí. El mostrar lo que escribo crea una expectativa repugnante de ser leído, en escuchar opiniones, y a la larga esto lo único que hace es aportar más y más al fantasma de la falsedad que considero me acompaña. Debo escribir para mí, debo escribir para descargar.
En cualquier caso siempre será insuficiente, mis palabras no alcanzan para describir lo que siento, si es que realmente siento algo. El porqué... No lo sé. Tal vez estoy esperando algo... El aleteo de la mariposa.
Mañana leeré esto y diré que no soy yo y tal vez sea así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario