La sed de pecar sobre tu cuerpo carcome el alma,
libera el cuerpo
 y no hay ética que me salve
de la urgencia de poseerte de una vez entre mis brazos
que en la oscuridad buscan un alivio desinteresado...
Apartando al mundo de tú y yo, haciéndole daño a todos,
porque poco importa...
Tus ojos, tus ojos, tus ojos
reflejan fuertemente la mala persona que soy
y lo poco que me importa esta condición.
Necesito beber de ti.

Llena tu imagen con aquellos que murieron
y espera, dulcemente, todos tus lamentos
junto a las flores pisoteadas por el paso del tiempo.
Inocencia pérdida, siempre deseada,
con palabras sucias y miradas claras...
Toma el agua y rellena tu imagen en la parsimonia
del no ser,
que de tu última pantomina brote sangre  y que ésta sea
el vino que otros futuros muertos tengan
-desgraciados-
que beber.
Hoy no hay poesía en ningún lado
aunque sea de madrugada.
Versos poco resueltos, 
llamados al feliz olvido,
como los muertos,
como la mayoría de los recuerdos
que aquellos llevaron consigo a un paseo
eterno.
Resuelve todas las incertidumbres del mañana,
poema,
acaba de una vez por todas y llévate las palabras, 
allá,
al feliz olvido.
Que los tres minutos de la canción que escucho a tu lado se hagan eternos y que el frío aumente para que mis brazos sean parte de tu abrigo.
y la normalidad me cobija
y la excepcionalidad me huye,
descubriéndome cada vez más 
como soy,
tratando de alejarme de un camino predestinado,
buscando en la apariencia lo que no soy.
Un cierre, un suspiro, un beso, la caricia, la desdicha...
Nada de eso soy.

Cuarentenas...

Los días pasan,
caminando a pasos agigantados
durante el encierro inerte
que reflejamos en pantallas,
en caracteres sin sentido.
Y desde el futuro un viejo 
tú 
nos mira, con la cabeza blanca
al igual que su mirada,
lamentándose, 
de aquel encierro,
de aquellos días de pasos 
agigantados.

Quédate

Ven, quédate aquí, junto a la orilla de este río
que fluye por ti y déjame tenderte mi mano,
dulcemente, hasta morir...
Que los niños sepan que cuando te veo
un retoño como ellos vuelvo a ser.
Tal mirada oscura quema mis entrañas
y las mariposas no son tal... 
Son elefantes, son Hiroshima... Son Nagasaki.