Ven, quédate aquí, junto a la orilla de este río
que fluye por ti y déjame tenderte mi mano,
dulcemente, hasta morir...
Que los niños sepan que cuando te veo
un retoño como ellos vuelvo a ser.
Tal mirada oscura quema mis entrañas
y las mariposas no son tal...
Son elefantes, son Hiroshima... Son Nagasaki.
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