Hoy es uno de esos días que saben a mierda. Los hay salteados. Normalmente son los lunes o los domingos o toda la puta semana. Sabe a mierda. Lo sabes, tienes la certidumbre que será un día de mierda por el vallenato que colocan tus vecinos, por el calor que no te deja dormir, por el blanco del techo que ya no es blanco sino amarillo. Si, en los días de mierda todo se muestra tal cual y como es. Te dices que puedes dormir un poco más y tratas de hacerlo pero suena de nuevo la alarma. Alarma, Diomedes y vallenato.
Voy a la cocina, los platos sucios y más calor. Hay restos de lasaña y una cucaracha me espanta: vaya día de mierda. Tomo un vaso de agua; caliente, dejé la nevera mal cerrada y posiblemente se dañó la carne. No importa, hoy me sabría mal.
Treinta minutos después estoy en un puto bus, lleno de la misma gente de todos los días. Somos vaquitas que vamos de lleno al matadero. Avanzamos, miro hacia afuera y lo de siempre: pobreza, carros, motos y más motos. Las hijueputas motos. Se le meten al bus, el del bus les grita, el de la moto le grita. Se gritan. Son las 8:30 de la mañana, voy tarde y la certidumbre que tuve al despertarme se ve confirmada: es un día de mierda.
Mejor ver adentro. Qué hay en el bus. Gente dormida, bebés, más que todo gente fea igual que yo. Una mujer linda o eso creo. Su rostro lo tapa un viejo calvo. Siempre hay un viejo calvo tapando el rostro de una mujer bella. La mujer se sienta, un tipo le da el puesto. Demasiado amable, pienso, pero al rato confirmo que no es nada de eso. Le arrecuesta la verga al hombro. La mujer está claramente incómoda, gente ve, yo veo y nadie dice nada, es un día de mierda y no quiero pelear, que se defienda ella, en cualquier caso, sólo es una verga y un hombro.
Me bajo en la India, cruzo con una multitud de gente esperando que no me mate un carro. Sería el colmo morirse en un día como este, aunque a ver, el día que uno se muere es un día de mierda. Da igual. Cruzo, toca estar pendiente en el semáforo que no le abran el bolso a uno y le tumben lo poco que tiene. Mosca, mosca, mosca, verde.
Me instalo en mi escritorio. Saludo aquí, saludo allá. Le veo el culo a Regina. Está buena, como siempre, pero es medio bruta. Igual no me la voy a comer. La jefa, pues igual, está buena. Ella no es bruta, es feminista, lo cual es peor... Al menos para un hombre como yo. No me gustan las viejas demasiado inteligentes. Qué pereza que le discutan a uno todo. No señor, paso de eso.
El trabajo lo de siempre. Escribo mierda que la jefa no lee, sólo firma. Me tiene demasiada confianza, no debería. Hoy es un día de mierda. Pepe, me dice, llévate este documento al juzgado, urgente. Bueno, jefa, le digo, ya salgo para allá. Vaya día de mierda tener que caminar. Paso por la palenquera que me cae mal porque estafa a los turistas por una puta foto, paso por el turista que me cae mal porque viene a comerse a las mujeres de acá, como acto de colonización. Hijo de puta. Ah, es un día de mierda, cierto...
Llego. Buenas, vine a radicar este documento. La desgraciada me mira y me dice que espere un momento y yo le alcanzo a decir que sólo vine a traer un memorial. Lo ignora, tiene que hablar con Estefanía sobre el babyshower de la esposa del juez. Ah, es un día de mierda... Me voy. Entro al café internet que está a unas cuadras del juzgado. Hay una muchacha muy linda pagando unas copias y un viejo atrás de ella sentado en un computador. Aprovecho que es estrecho todo y arrecuesto sobre su culo mi verguita triste. Ella voltea, yo le pido disculpas y miro al viejo. Ella entiende, le da igual, se va con sus copias. Quiero un computador. Todos están ocupados. Es un día de mierda, definitivamente.
Por fin me dan el computador, comienzo a escribir:
Juzgado 1ro del Circuito de Cartagena
E.S.D
Asunto: Memorial.
Proceso: 046/2020
Su señoría,
Mediante el presente memorial me permito informar que el babyshower de la grandísima puta de su esposa me importa una mierda y que, por lo tanto, sus empleados no deberían de estar ventilando asuntos de esa honorable envergadura dentro de las oficinas. Sé, su señoría, que en su pequeño despacho lleno de libros que no lee se da lujo de hacerse mamar su pequeñísima verga de la señora Secretaria y créame, esto no me importa, yo también lo haría. Lo que sí quiero dejar claro es que a nadie, en toda esta puta ciudad y en especial al gremio de grandilocuentes abogados, nos importa una mierda su babyshower, así que agradezco y conmine a sus tres tristes putas a atender de buena manera a los usuarios.
S.S.
Catalina Pérez Rodríguez
Imprimir. Aceptar. Señora, cuánto le debo. 1000 pesos. Le doy 2000, quédese con el cambio. Me empiezo a sentir mejor, ya el gusto en la boca no sabe tanto a mierda. Voy al juzgado. Buenas, mira, traje este memorial. Ya, ya te recibo. Oye, espera, le falta la firma. Firmo como Catalina, ella le pone un sello y no lo lee. Divina la hijueputa justicia.
Llego a la oficina. Le digo a Regina que se vaya a la reputisima mierda. Que puede estar muy buena y todo, pero que es muy bruta. Entro a la oficina de la jefa, le agarro la blusa y se la parto. Queda con su brasier y se le ven sus pequeñas tetas. Váyase a la mierda usted y sus memoriales, le digo, y me voy. Estoy feliz, muy feliz... Veo otro turista, veo a otra palenquera y le grito negra ladrona, gringo marica. Ah, estoy muy feliz. Voy rumbo a la India, escucho música, le agarro las nalgas a una gringa que me grita fuck you, piece of shit. La tuya, le digo yo.
Ah, ya voy en el bus, veo la playa por la ventana y el olor a mar me sienta bien. Es un buen día. Subiendo el puente la buseta para, se suben dos tipos. Esto es un atraco, bajense de las pertenencias. Yo ni pal putas le entrego nada. Forcejeo, saca un puñal. Me lo clava en la costilla, una, otra, una en la pierna. Suelto el bolso, me arrecuesto en la ventana, miro la playa.
Definitivamente el día que uno va a morirse es una mierda.
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