Abrió la puerta y todos los reflectores se posaron sobre ella. Los camarógrafos dejaron tirado lo que hacían y comenzaron a disparar con sus cámaras. Cualquier otra persona se habría mareado por la cantidad de flashes y voces, pero ella no. Llevaba ya cinco años siendo perfecta (al menos para todos). Pasaba por la alfombra roja, le gritaban su nombre, ella no los escuchaba, el publico asistente se alzaba en jubilo y nuestra chica perfecta se moría a gotas. Más fotos, menos existencia y el cascaron pronto estaría vacío. Nadie lo sabía, pronto la chica perfecta se consumiría en su propio fuego.
En la sala de una casa cualquiera una niña ve a la chica perfecta. Aspira a ser ella, y un día lo será también para consumirse. Todos quieren ser la chica perfecta, todos quieren ser ella.
El cascaron vacío llega a su casa y aspira e inyecta felicidad por montones. Sus ojos se cierran poco a poco, desenfocando la luz blanca de la bombilla, el agua de la tina recorre sus senos y glúteos duros, su sexo apetecido por muchos y su rostro se hunde. La llama se extingue bajo el agua y la aguja conectada con sus venas le da el último empujón para marchitar el resto de su corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario