P.R
Las colillas de cigarrillos danzaban por el piso rojo al son del viento, titilado como luciérnagas y muriendo al instante. El olor a María te recibía con una cachetada, luego te acostumbrabas, todos sacaban su pipa y se fumaban la vida: llenaban sus pulmones de felicidad pasajera. Algunos estaban en cuerpo pero no en mente, observaban las olas del mar mientras pensaban en cualquier cosa: desde la cura para el cáncer hasta cuándo pasaban 24hrs cuando era fin de semana. Otros, por el contrario, observaban a su alrededor, con extrañeza, la transformación de las personas, sus ojos adormilados, rojos, sus bocas sedientas de agua y palabras. Pese a las diferencias entre los dos sujetos cada uno entendía que este lugar era un hogar lejos de casa, un escape a su vida, un piso rojo.
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