Despertar

Despiertas de un sueño largo, largo como ningún otro, perdido en el mar del tiempo y de los días.
Buscas refugio a la incertidumbre en la pantalla pero no hay guía, te encuentras solo ante la inmensidad y las respuestas de aquel mundo onírico desaparecidas.
Piensas en el poema como llave, oráculo de la realidad mientras aseguras su insuficiencia.


Un día menos en el calendario, sin ningún valor agregado: ningún día lo tiene.
La realidad desdibujada se desborda, el sinsentido brota de los resquicios de tu mente y el sueño te ha abandonado.
Sigues en el mar de sábanas, en tu pequeño bote de algodón y las olas te mueven de un lado a otro: hacia donde miras está lo mismo y en el agua te reflejas tú. El Yo deja de ser una salida, adentro tampoco existes.

La puerta cerrada te conecta con la realidad y las sombras de libros anónimos te esperan más allá. Preguntarse el porqué no tiene importancia: nada lo tiene. Estás perdido en el mar de ensoñaciones, en la realidad gigantesca que te aprieta el pecho, en la salida que te atrapa. Al borde de la realidad que te lleva a otra. 

Saltas y mientras caes sigues viendo lo mismo, las puertas se abren frente a tus ojos y se cierran a tu espalda mientras caes y caes. Te sorprendes de la misma realidad una y otra vez. Comprendes para qué estamos aquí, la nueva certidumbre desgasta y esperas terminar de caer para olvidar.

En aquel mundo onírico están las respuestas: las del olvido que se necesita para poder vivir.


Derrotado yazco en mis noches
mientras la lluvia cae y el silencio reina.
El frío recorre los huesos y me recuerda el ayer
Ayer de promesas resueltas, hoy ya vencidas
Ayer de derroches y de placeres, hoy ruido blanco.
La pelea está perdida y ha ganado la vida, 
decido no levantarme de la lona porque es más cómoda. 
El tiempo pasa y la lona me acompaña. 
Como un cobarde huyo de la pelea. 
Me refugio en la derrota.


11:45 pm aka ando en mood suicida

Espero mensajes en vano mientras sacas de mi toda voluntad 
y mirando al techo pasa el tiempo que se esfuerza por detenerse ahí donde está el dolor.  
Y no se va, no se va, sigue estando ahí, en el medio, en todo el pecho y transforma la vida en algo insulso y a los demás en mero sucedáneo.
Para apasiguarlo busco en la mente diálogos inexistentes donde mi voz es algo para ti:
La flor es pisoteada, ni en mi mente hay un momento de paz. 
El dolor llena todo y me consume... Y solo quiero sufrir en soledad y no ver estrellas nunca más y dejar de respirar y dejar de ser: aquí, en este lugar oscuro, por fin entiendo a quien el amor le volvió la vida antipática y por eso aspiro a la nada.

Qué hacer con la ropa de la abuela muerta.

I.

Su mayor duda era qué hacer con la ropa de su abuela muerta. Siempre había pensado en todo, en la muerte en sí, en la falta de su presencia y el dolor que esto causaría. Sabía que un dolor tan hondo lo cambiaría para toda la vida y que desde ese fatídico día no podría ser de nuevo el mismo. Todo había sido pensado y algunas lagrimas derramadas antes de tiempo, un dolor precoz, pero nunca se le pasó por la cabeza qué debía hacer con la ropa de su abuela muerta. Si un niño muere, la ropa se le regala a otro niño, pues apenas está en sus inicios; si es una mujer o un hombre adulto en algún momento la muerte dejará de estar en esa ropa y se le podrá regalar a cualquier amigo o amiga, pero el gran problema es qué hacer con la ropa de una abuela. 

Lo primero es que, pese a la cercanía que se puede llegar a tener con una abuela uno nunca termina de conocer a esa persona que es mas sabia que nosotros. Uno la ve haciendo y deshaciendo, protestando contra la vejez que la quiere obligar a la quietud, pero nunca terminamos de conocerla y es precisamente por esto que tomar su ropa, esa que tiene un olor característico se hace tan difícil. El muerto ya no está, pero su presencia permanece en esas ropas usadas y viejas, y casi con agarrarla uno piensa que agarra el cadáver. Lo segundo, que también es importante es que regalar una ropa casi que es olvidar. Hay un gran miedo, porque podemos olvidar a esa persona que tanto amamos y que tal vez poco se lo demostramos o dijimos. Guardar esa ropa vieja y sucia es demostrar lo que no se pudo demostrar, nuestra última oportunidad de redención y aunque se sea no creyente uno se aferra a la idea de que en algún lugar esa persona nos está viendo junto a la ropa que no queremos regalar. 

Hay otro asunto: ¿quién será capaz de recibir esta ropa? Regalarla a otro viejo sería casi como entregarle un cajón para su entierro, decirle en la cara que pronto él tendrá que regalar sus ropas junto a estas que recibe. Nadie aceptaría esto. Tal vez mentir sea la opción. Regalar la ropa y que nadie se entere de su procedencia, dársela a una familia pobre que interpretaría este gesto como de máxima bondad, cuando en realidad es algo enfermizo. Puede ser que regalando la ropa le demos vida a quien ya no está. Si esa persona nos ve de lejos se sentirá feliz, porque venció a la muerte y ahora vive como la prenda de otro cuerpo y la sudan y huele feo, pero es feliz.

La muerte de una abuela es como la muerte de la madre por adelantado. La vida está hecha de tal manera que siempre se sufra doble: la abuela y la mamá. Por un lado, la vida se encarga de darnos la desdicha de ver morir a nuestra abuela, que es casi una mamá o tal vez más mamá que la nuestra. Siempre comprensiva, siempre atenta. Se va, no vuelve. Luego, nos toca sufrir por la muerte, pero también sufrir por el dolor de la hija que se queda sin madre. El tiempo pasa y esa hija que es tu madre toma la forma de tu abuela y tú la forma de tu madre. Más sufrimiento, más llanto. Las lagrimas no paran y los días se tornan totalmente oscuros. ¿Para qué vivir? ¿Para qué, si vamos a sufrir de esta manera? 

Nunca se está preparado para la muerte, nunca. Un gesto tan pequeño como el “buenos días” de la mañana, que damos por sentado, en un minuto desaparece, no vuelve más. Los días dejan de ser buenos y el tiempo comienza a hacer su trabajo para curar la herida, aunque la cicatriz frente a la vida queda. Un resentimiento seco, pues nos mintieron. Nacimos para sufrir, para sufrir las muertes ajenas y luego para sufrir la propia. Y el gran problema, ¿qué hacer con la ropa de la abuela? ¿Qué hacer con mi vida cuando ella no esté? 

Es extraña la muerte, morirse es la cosa más absurda que hay y la inmortalidad en definitiva es la mejor invención del ser humano. Sí, mañana puede que ella no esté o pasado; pronto. Y la pregunta sobre el qué haremos con su ropa aparecerá después de unas cuantas semanas… Iremos a su cuarto, buscaremos vestigios de lo que alguna vez fue un cuerpo caliente acostado en una cama, evocaremos en nuestra mente su rostro y cada vez estará más nublado todo. Por último, recurriremos a las fotos, buscaremos y buscaremos en las fotos y cuando veamos esa cara parecerá extraña. ¿Cómo es que estaba aquí y ya no? Sería mejor morirnos primero para no tener que ver morir a los demás. Es una injusticia en todo el sentido de la palabra tener que vivir la experiencia de morir. La muerte no debería ser experimentada, habría que eliminar el duelo y negarle la dicha a la muerte de llorar por los seres queridos, pero es imposible. La muerte los arranca sin chistar, de un solo jalón. 

¿Qué haré con la ropa de mi abuela, cuando haya muerto?

El día de mi muerte

Hoy es uno de esos días que saben a mierda. Los hay salteados. Normalmente son los lunes o los domingos o toda la puta semana. Sabe a mierda. Lo sabes, tienes la certidumbre que será un día de mierda por el vallenato que colocan tus vecinos, por el calor que no te deja dormir, por el blanco del techo que ya no es blanco sino amarillo. Si, en los días de mierda todo se muestra tal cual y como es. Te dices que puedes dormir un poco más y tratas de hacerlo pero suena de nuevo la alarma. Alarma, Diomedes y vallenato.

Voy a la cocina, los platos sucios y más calor. Hay restos de lasaña y una cucaracha me espanta: vaya día de mierda.  Tomo un vaso de agua; caliente, dejé la nevera mal cerrada y posiblemente se dañó la carne. No importa, hoy me sabría mal.

Treinta minutos después estoy en un puto bus, lleno de la misma gente de todos los días. Somos vaquitas que vamos de lleno al matadero. Avanzamos, miro hacia afuera y lo de siempre: pobreza, carros, motos y más motos. Las hijueputas motos. Se le meten al bus, el del bus les grita, el de la moto le grita. Se gritan. Son las 8:30 de la mañana, voy tarde y la certidumbre que tuve al despertarme se ve confirmada: es un día de mierda.

Mejor ver adentro. Qué hay en el bus. Gente dormida, bebés, más que todo gente fea igual que yo. Una mujer linda o eso creo. Su rostro lo tapa un viejo calvo. Siempre hay un viejo calvo tapando el rostro de una mujer bella. La mujer se sienta, un tipo le da el puesto. Demasiado amable, pienso, pero al rato confirmo que no es nada de eso. Le arrecuesta la verga al hombro. La mujer está claramente incómoda, gente ve, yo veo y nadie dice nada, es un día de mierda y no quiero pelear, que se defienda ella, en cualquier caso, sólo es una verga y un hombro.

Me bajo en la India, cruzo con una multitud de gente esperando que no me mate un carro. Sería el colmo morirse en un día como este, aunque a ver, el día que uno se muere es un día de mierda. Da igual. Cruzo, toca estar pendiente en el semáforo que no le abran el bolso a uno y le tumben lo poco que tiene. Mosca, mosca, mosca, verde.

Me instalo en mi escritorio. Saludo aquí, saludo allá. Le veo el culo a Regina. Está buena, como siempre, pero es medio bruta. Igual no me la voy a comer. La jefa, pues igual, está buena. Ella no es bruta, es feminista, lo cual es peor... Al menos para un hombre como yo. No me gustan las viejas demasiado inteligentes. Qué pereza que le discutan a uno todo. No señor, paso de eso.

El trabajo lo de siempre. Escribo mierda que la jefa no lee, sólo firma. Me tiene demasiada confianza, no debería. Hoy es un día de mierda. Pepe, me dice, llévate este documento al juzgado, urgente. Bueno, jefa, le digo, ya salgo para allá. Vaya día de mierda tener que caminar. Paso por la palenquera que me cae mal porque estafa a los turistas por una puta foto, paso por el turista que me cae mal porque viene a comerse a las mujeres de acá, como acto de colonización. Hijo de puta. Ah, es un día de mierda, cierto...

Llego. Buenas, vine a radicar este documento. La desgraciada me mira y me dice que espere un momento y yo le alcanzo a decir que sólo vine a traer un memorial. Lo ignora, tiene que hablar con Estefanía sobre el babyshower de la esposa del juez. Ah, es un día de mierda... Me voy. Entro al café internet que está a unas cuadras del juzgado. Hay una muchacha muy linda pagando unas copias y un viejo atrás de ella sentado en un computador. Aprovecho que es estrecho todo y arrecuesto sobre su culo mi verguita triste. Ella voltea, yo le pido disculpas y miro al viejo. Ella entiende, le da igual, se va con sus copias. Quiero un computador. Todos están ocupados. Es un día de mierda, definitivamente.

Por fin me dan el computador, comienzo a escribir:

Juzgado 1ro del Circuito de Cartagena
E.S.D
Asunto: Memorial.
Proceso: 046/2020

Su señoría,

Mediante el presente memorial me permito informar que el babyshower de la grandísima puta de su esposa me importa una mierda y que, por lo tanto, sus empleados no deberían de estar ventilando asuntos de esa honorable envergadura dentro de las oficinas. Sé, su señoría, que en su pequeño despacho lleno de libros que no lee se da lujo de hacerse mamar su pequeñísima verga de la señora Secretaria y créame, esto no me importa, yo también lo haría. Lo que sí quiero dejar claro es que a nadie, en toda esta puta ciudad y en especial al gremio de grandilocuentes abogados, nos importa una mierda su babyshower, así que agradezco y conmine a sus tres tristes putas a atender de buena manera a los usuarios.

S.S.

Catalina Pérez Rodríguez

Imprimir. Aceptar. Señora, cuánto le debo. 1000 pesos. Le doy 2000, quédese con el cambio. Me empiezo a sentir mejor, ya el gusto en la boca no sabe tanto a mierda. Voy al juzgado. Buenas, mira, traje este memorial. Ya, ya te recibo. Oye, espera, le falta la firma. Firmo como Catalina, ella le pone un sello y no lo lee. Divina la hijueputa justicia.

Llego a la oficina. Le digo a Regina que se vaya a la reputisima mierda. Que puede estar muy buena y todo, pero que es muy bruta. Entro a la oficina de la jefa, le agarro la blusa y se la parto. Queda con su brasier y se le ven sus pequeñas tetas. Váyase a la mierda usted y sus memoriales, le digo, y me voy. Estoy feliz, muy feliz... Veo otro turista, veo a otra palenquera y le grito negra ladrona, gringo marica. Ah, estoy muy feliz. Voy rumbo a la India, escucho música, le agarro las nalgas a una gringa que me grita fuck you, piece of shit. La tuya, le digo yo.

Ah, ya voy en el bus, veo la playa por la ventana y el olor a mar me sienta bien. Es un buen día. Subiendo el puente la buseta para, se suben dos tipos. Esto es un atraco, bajense de las pertenencias. Yo ni pal putas le entrego nada. Forcejeo, saca un puñal. Me lo clava en la costilla, una, otra, una en la pierna. Suelto el bolso, me arrecuesto en la ventana, miro la playa.

Definitivamente el día que uno va a morirse es una mierda.

Mientras de fondo está epistemología

Ver tu cuerpo desnudo, sentir un frío milenario recorriendo la espalda y huir directo a la hoja para tratar de retratar la dulzura de estar tan cerca de la muerte y querer casi que fundirme en eso que eres tú.

Tus senos, tu cuello: lo único importante. Nada más vale en el reino de la ternura cuando se le sumerge a las profundidades de la lujuria.

Suspiro

Por un suspiro tuyo se derrumban 
los cimientos de la cordura
Y como alimento más deseado
es mi fin en la vida la completa 
Locura. 
Arrancarte un suspiro, la caricia del viento.

Correran por ti en la sombra de la tempestad
malgastando sus últimos suspiros para servir
al tuyo.
La sed de pecar sobre tu cuerpo carcome el alma,
libera el cuerpo
 y no hay ética que me salve
de la urgencia de poseerte de una vez entre mis brazos
que en la oscuridad buscan un alivio desinteresado...
Apartando al mundo de tú y yo, haciéndole daño a todos,
porque poco importa...
Tus ojos, tus ojos, tus ojos
reflejan fuertemente la mala persona que soy
y lo poco que me importa esta condición.
Necesito beber de ti.

Llena tu imagen con aquellos que murieron
y espera, dulcemente, todos tus lamentos
junto a las flores pisoteadas por el paso del tiempo.
Inocencia pérdida, siempre deseada,
con palabras sucias y miradas claras...
Toma el agua y rellena tu imagen en la parsimonia
del no ser,
que de tu última pantomina brote sangre  y que ésta sea
el vino que otros futuros muertos tengan
-desgraciados-
que beber.
Hoy no hay poesía en ningún lado
aunque sea de madrugada.
Versos poco resueltos, 
llamados al feliz olvido,
como los muertos,
como la mayoría de los recuerdos
que aquellos llevaron consigo a un paseo
eterno.
Resuelve todas las incertidumbres del mañana,
poema,
acaba de una vez por todas y llévate las palabras, 
allá,
al feliz olvido.
Que los tres minutos de la canción que escucho a tu lado se hagan eternos y que el frío aumente para que mis brazos sean parte de tu abrigo.
y la normalidad me cobija
y la excepcionalidad me huye,
descubriéndome cada vez más 
como soy,
tratando de alejarme de un camino predestinado,
buscando en la apariencia lo que no soy.
Un cierre, un suspiro, un beso, la caricia, la desdicha...
Nada de eso soy.

Cuarentenas...

Los días pasan,
caminando a pasos agigantados
durante el encierro inerte
que reflejamos en pantallas,
en caracteres sin sentido.
Y desde el futuro un viejo 
tú 
nos mira, con la cabeza blanca
al igual que su mirada,
lamentándose, 
de aquel encierro,
de aquellos días de pasos 
agigantados.

Quédate

Ven, quédate aquí, junto a la orilla de este río
que fluye por ti y déjame tenderte mi mano,
dulcemente, hasta morir...
Que los niños sepan que cuando te veo
un retoño como ellos vuelvo a ser.
Tal mirada oscura quema mis entrañas
y las mariposas no son tal... 
Son elefantes, son Hiroshima... Son Nagasaki.

Algunos pensamientos sobre la individualidad

He de plantearme en esta ocasión tres conclusiones: 1. el mundo está lleno de tribus; 2. dentro de cada tribu hay subtribus, que, en la mayoría de casos tienden a dividirse en dos bandos básicos; 3. de las dos anteriores se puede llegar a la conclusión de que la individualidad es un fenómeno imaginario.

Para explicar la primera tenemos que el ser humano suele agruparse, esto por su naturaleza y la necesidad de protegerse de otros seres humanos. Como tal, cuando estamos solos, carentes de poder, somos indefensos, pero en una tribu, asociados, pese a -en la mayoría de casos- carecer de poder, podemos sentirnos protegidos por aquellos que son igual de débiles que nosotros. De esta necesidad comienzan a aparecer esas tribus, a las que nos unimos por diversas razones, como las ideologías que manejan, modos de comportarse, modos de vestir, modos de actuar, en fin, un sinnúmero de razones con las cuales nos podemos sentir identificados y, sino es así, razones de las cuales nos queremos volver titulares... Queremos ser como ese grupo, queremos pertenecer.

Una vez asentados dentro de nuestro grupo en concreto, si observamos de cerca, nos daremos cuenta que no todos -pese a hacer parte de ese grupo- con completamente iguales. Las divisiones dentro de las tribus están bastante difuminadas, pero basta con las primeros contactos para sabernos distintos a nuestro igual. A partir de ahí se crea la subtribu, un lugar donde se comparten idearios generales, abstractos, pero que a medida que nos acercamos esos ideales van tomando matices distintos que sacan a flote las diferencias propias de cada grupo. Claramente estas diferencias no dividen totalmente a la tribu, toda vez que se ciñen a ciertos principios generales compartidos con todos, que sirven como herramienta de cohesión para que ésta no se desintegre: la manera en cómo se interpreten cada principio hará, a futuro, que sigan apareciendo más subtribus, que claramente querrán acceder al poder dentro de la macrotribu. El término poder aquí se entenderá como la posibilidad de dominar al otro. Ese dominio, cuando se está dentro de una subtribu, considero, se resume en la necesidad de que los demás lo vean a uno como modelo a seguir o ideología correcta. Cuando una subtribu ha logrado esto estaremos en presencia de una que tiene el poder dentro de la tribu y a la que otros quieren pertenecer.

Estos enfrentamientos lo único que hacen es darle variedad y dinamismo a la tribu, cambiando ciertos aspectos pero manteniendo elementales, eliminado algunos subtribus que se vuelven lentas y resistentes al cambio y apareciendo otras, que pueden tener ciertas contradicciones con los principios generales, pero que con su caracter de novedad atraen a los nuevos integrantes: hijos de los anteriores ciudadanos, personas de afuera de la tribu, etc.

Pese a existir esta multiplicadad de ideas, hay que darnos cuenta que entre mayor sea la cantidad de personas más serán las subdivisiones, pero también que esa misma cantidad elimina un factor importante: la individualidad. Se torna así, imposible, crear nuevas tribus, puesto que todo lo creado es un reciclaje perpetuo de lo anterior, en el que el fenómeno que ocurre, por ejemplo, en Colombia, puede ocurrir al otro lado del mundo en Japón, pese a la diversidad de culturas. La idea de subtribus, con la globalización, se desplaza rapidamente, destruyendo la cultura anterior y afincándose en los lugares a donde llega. Así, cuando yo estoy pensando en este problema de la subtribu, perteneciendo, claro está, yo a una, otra persona, en este mismo instante y dada la cantidad que somos, puede estar pensando exactamente lo mismo que yo si está dentro de la misma subtribu y no exactamente lo mismo si está en otra con variaciones en sus pricipios generales.

La idea entonces de cada cabeza es un mundo se muestra un poco irreal, enteniendola como una supuesta unicosidad del ser humano (cada ser humano es único), esto porque no habría lugar a dudas que otros tienen ese mismo mundo en la cabeza. Todo es cuestión de cómo la colectividad a afectado al pizarrón en blanco que eres al momento de nacer, y ahí, de nuevo, se observa que la supuesta excepcionalidad de cada ser no existe, puesto que  todos fuimos, alguna vez, tablones en blanco, moldeables.

Así, no tenemos seres humanos únicos. No hay algo como eso... Somos una copia de otros, por más que nos esforcemos en ser diferentes. La magnitud del mundo nos doblega y nos invita a diluirnos en la colectividad, quedando solos ante la inmensidad del término humanos. Como especie pensante, tal vez, queremos pensarnos como únicos, pero esto no es más que la ceguera antropocéntrica que tenemos al tomarmos como sujeto estudiante y objeto de estudio. Nuestro análisis, así las cosas, siempre tendrá el sesgo humano y esta pequeña apreciación, claro está, no podrá salvarse del mismo. Yo sigo siendo humano y sigo perteneciedo a una tribu, por más que quiera tratar de observar todo desde arriba, valiéndome de mi poco ingenio. En realidad no somos tan maravillosos como creemos, entre más avanzamos hacia una cúspide evolutiva (al menos en el exterior) más nos daremos cuenta de lo pequeños que somos, no solo en relación con el universo, que es una apreciación conocida por todos, sino pequeños ante la colectividad que somos como seres humanos.

Claro está que existirán, como siempre, llamados a la dignidad del ser humano, buscando una defensa de nuestra condición en contradicción contra la evidencia que nuestra propia razón nos muestra. Los grandes filósofos, los grandes tratados de ética, todos, considero, habrán llegado ha esta conclusión al igual que yo. Kant, como uno de esos que ha llegado lejos en sus análisis -y con esto no quiero ponerme en su mismo nivel- habrá llegado a la conclusión de que somos poca cosa. La diferencia entre él y yo es que él, al encontrarse con esta pared, decidió tratar de abrir un hueco y al rendirse, ante la imposibilidad que tenemos, claramente de romperla (ese hueco es el límite de nuestra razón o, tal vez no el límite, pero sí la conclusión final) decidió pintar sobre ésta una salida, una muestra de nuestro valor como ser.

En mi caso prefiero no pintar nada. Llegar a la conclusión de que somos poca cosa, de que no somos únicos como nos pintamos, lejos de ser algo negativo, no es más que uno paso más ha reconocernos en el otro, no solo en el humano, sino en las demás especies y el mundo en general. No somos nada dentro del gran sinsentido. Lo que nos mantiene vivos son nuestras meras ilusiones, nuestras figuras... La fuerte necesidad de darle valor a lo que no lo tiene. ¿Acaso no estamos dentro de una gran burbuja?

no sé qué escribir y tampoco para qué

Escribir y volver a escribir de ti hasta que las manos sangren
y perseguir la sombra en el convento,
junto a la calle de los sueños rotos.
Llorar por no encontrarte y de tus pisadas proyectar
una imagen imperfecta. 
Verte sonreír en la esquina de las rosas, 
sentir la cercanía inexistente y desear,
más que mi bienestar, el tuyo.

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 Que el corazón se acelere y la saliva sea un clavo.
Que las palabras no salgan y el aliento falte.
Que el tiempo pare, que la realidad se doble.
Eso es estar a tu lado. 

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¡DULCE, DULCE, DULCE!
Dulce es el sufrimiento cuando te veo y me veo...
arrodillado caigo con tu risa... 
¡Y qué tu aliento jamás me roce, porque hasta allí habré llegado yo!

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Que mi pecho suene como tambor cuando veo las garrapatas que garabatean tus manos no es, sino, una de las tantas pruebas de mi pertenencia a tu persona, que tan poderosa presencia invoca, que aun en las pequeñas cosas siento el suspiro que logras arrancar de mi corazón.


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Ayer cuando te hablabla quería morir
al no soportar tan cansado mirar.
Ayer cuando te hablaba quería vivir
porque de la naturalidad de un gesto
surgió la esperanza en el persistir.
Así, en la ambivalencia que causa tu presencia,
he de jurar mantenerme, para nunca estropear
tan bella creación.

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Si tal existencia desconocida 
acelera el corazón,
¿qué ha de pasar cuando pierda su adjetivo?
¿acaso tal bienestar del alma no es
producto de la belleza misma? 
Una a una las imperfecciones se reunieron
en tu rostro 
de mármol
y, fundiéndose en una sola,
dieron como resultado lo que eres:
Belleza, en mayúscula, como lo que buscó Platón
y no encontró.



hoy estoy un poco triste
y por lo tanto poeta,
como si de la tristeza
fueran esclavas mis palabras,
que sólo logran salir
cuando de Ella escuchan un rumor,
una queja y luego de plasmadas
sigue ahí la tristeza
pero las letras, inteligentes,
escapan,
dejándome solo, una vez más,
junto a Ella: Tristeza.
Si de tus ojos una lágrima brota
por culpa mía,
de mis brazos ha de huir la
sangre que acabe
el insulto a tu vida
que es la
mía.

Precipicios y miradas

Se miraron el uno al otro desde el borde del
precipicio,
que decidieron no saltar para lograr
amar.
Rodearon el peligro y se siguieron mirando,
mientras la dirección una se hacía
y por fin se encontraron,
para de frente,
el uno al otro,
seguir mirándose
y perdiéndose
en un precipicio que decidimos llamar
amor.

Besos

"La poesía...
Convierte un beso en una bala
Una sonrisa en un faro
Prolonga la existencia de una sensación condensándola
en palabras"

"Pues bien mirado, ¿qué diréis que
es un beso?
Una promesa firme, un juramento
expreso.
Es una confesión que el aliento
confirma.
Es, sobre el verbo amar, una
rosada firma.
Un secreto que toma la boca por
oreja,
Un instante infinito como un rumor de abeja.
Es una perfumada, sobrosa comunión
Es como respirarse un poco el
corazón,
y hacer que entre los labios el alma se
desdoble."

Tormentos

A veces quisiera vivir todos los
tormentos,
encontrar la poesía en la luna,
en las cervezas y en las formas del humo del cigarro.
Pero yo nada sé de eso
No soy poeta.
La vida solo me alcanza para unos versos
insulsos,
con menos vida que yo y carentes del
tormento
que alimenta la mente torcida del
poeta.
No encuentro la magia de la flor,
ni las musas en el prado.

Estoy solo con mi constante mediocridad,
y es precisamente de eso de lo que se alimenta
este estúpido
poema.

Una noche

Te vi una noche entre luces de colores,
sudor y música,
solté mis miedos y fui tras de ti.
Miré tus ojos, tus labios y cabello
y de mi boca brotaron palabras
que buscaban desnudarte,
pero que sólo un viento estéril lograron
conseguir.

Un poeta muerto

Quisiera ser un poeta muerto
para que mis palabras fluyeran
como un río,
y que éstas,
esquivas,
se rindieran ante mí para describir
tu belleza y hacerla perdurar
en la eternidad de un poema
que lleve tu nombre en su piel.

Superficie

Aspiras al amor verdadero,
a la pureza del alma
compatible con la tuya,
aún cuando sólo nadas en la
superficie
de aguas poco claras.
Te mientes leyendo,
Te mientes exigiendo.
El destino,
si es que hay algo como eso,
nada puede deparar para ti.
Siempre has tenido miedo a la profundidad,
al agua,
al toque de alguien más
y sin embargo no dudas en exigirlo a los demás.
Deseas que alguien se sumerja
y palidezca con la sangre que brota de ti,
que su pecho no soporte la presión
de la distancia,
y sus labios la sed de los tuyos:
deseas contarte, libre,
pero sólo sabes nadar en la
superficie.
La píldora de lo cotidiano
te ayuda con la amargura
de tu alma,
buscas refugio en el amor
cuando la nada llama
y no hay salida
ni atajo:
es un camino difícil esta vida
más cuando estás
solo.

Confianza

Traicionas la confianza de quien a ti
todo entregó,
y alegas ignorancia para refugiarte
en tu mentira
pero bien sabes que has fallado
y la rosa pisoteado.

Certezas

Tal vez la única virtud que tengo sea saberme no virtuoso
Tener la certeza de que todo
instrumentalizo
y que dentro de mí
No hay nada que sea un fin para
sí mismo